17-09-07

El Constante Cambio

Es cierto el hecho de que uno nunca se deja de conocer. Quizá sea porque – al menos yo lo considero así, por la etapa que estoy viviendo – nos encontramos en constante cambio. Por ejemplo, he cambiado mi manera de ser, de vestir, de comer, de hablar, de escuchar; así como uno va buscando su propia identidad (en mi caso, evitando caer en una monotonía conformista). Pero no supone que las cosas sucedan así por arte de magia, hay sucesos que de alguna u otra manera logran dejarte una marca y a veces (por la intensidad del hecho) hasta cambian tu diario vivir. Es cuestión de la experiencia que vas adquiriendo con el tiempo. Si fue positivo, disfrutas de su gozo; si fue negativo, te propones no volver a tropezar con la misma piedra.

Y creo también que de alguna manera va más allá de la evolución que has sufrido. Sí, hace tres años medía un par de centímetros menos y pesaba un par de kilos más, no vestía como ahora y ni en mis sueños estaría escribiendo los pensamientos que expongo en este momento. Pero luego, termino completamente asombrado, me percato de que mi mentalidad es más madura… aunque luego me doy cuenta de que los tiempos cambian, y así tú cambias con ellos.

Entonces, ¿en qué he cambiado? Va desde cosas simples, como el hecho de que no siempre escucho la misma música o de haber restringido algunos alimentos; hasta llegar a cambios más profundos, como el hecho de que las letras de las canciones alcanzan a representarme (ahora va más allá de una melodía pegajosa), o también la preocupante disminución de confianza que he sentido con la gente. Aunque tiene sus cosas buenas, porque ahora pienso dos veces antes de tomar una decisión.

En fin, a lo que quería llegar en un principio, es que a veces me sorprendo a mí mismo. Últimamente me di cuenta de que mi voluntad es bastante grande, y creo que es un valor que a cada momento alimento más. Más bien, para mí no es cualquier valor, de alguna manera lo considero una forma de vivir. ¿De qué manera lo demuestro? Cuando me propongo algo, me esfuerzo en lograrlo. Ya sea dejando de hacer algunas cosas, empezando a hacer otras nuevas, jugándomela por mis ideales o por ciertas personas (quizá no debí escribirlo. Suena algo soberbio, pero no deja de ser buen ejemplo), etc. Lo importante – y que es otra cosa de la que me percaté – es que no me dejo vencer fácil, nunca me rindo. Si es algo que a mi juicio vale la pena, persevero.

Obviamente, no voy a dejar de proponerme metas. Lo vivido ha sido gratificante, pero son batallas pasadas. Me quedo con lo ganado de aquello, que sirve para enfrentarme a lo que me depara. Imagino que es así como uno va tomando forma, su propia forma…

…Y si piensas que sigo siendo el mismo idiota de antaño, sólo crees conocerme. Sólo sigues siendo un ignorante que juzga un libro por su portada. Los que me conocen lo entenderán, porque este último párrafo no les causará daño alguno.

0 coéforas hipertélicas: